En 1981, en el texto a modo de prólogo que escribió bajo el título de «el terrible tiempo que nos queda» (The terrible time of day), Bill Mollison vaticinaba: «No creo que nadie hasta hoy haya asumido lo que realmente está pasando sobre la faz de la tierra. Para cambiar nuestros métodos, parece ser que tenemos que aterrorizarnos a nosotros mismos anticipando maremotos y catástrofes. Ahora podría ser que este tipo de cosas sucedan, y la falla de San Andrés podría desplazarse. Pero no podemos hacer mucho al respecto. Lo que realmente está sucediendo es algo por lo que los humanos podemos ser considerados directos responsables. Es muy general. Y se aplica casi a cualquier persona en cualquier lugar. Los verdaderos sistemas que están fallando son los suelos, los bosques, la atmósfera y el ciclo de los nutrientes. Y somos nosotros los responsables de todo ello…»

Pero antes Mollison había sabido buscarse la vida y había trabajo en un sinfín de profesiones, desde panadero a guía de parques naturales, viajando por todo el continente Australiano. Desde 1954 trabajó como biólogo realizando estudios científcios en lugares remotos de Australia. En 1960 fue el procurador del Museo de Tasmania. En 1966 regresó a sus estudios, ganándose la vida entre tanto como pastor de ganado, guarda jurado o profesor particular. Se graduó en Biogreografía y se quedó como maestro en la Universidad de Tasmania en 1968.

Han pasado 32 años desde que Bill Mollison, 1928, Tasmania (Australia), escribiera estas premonitorias palabras con las que comenzábamos este reportaje. Y la situación es la que es. Sólo 3 años antes Mollison se había decidido junto con su colega David Holmgrem a tratar de recoger en un sólo documento las miles de horas de observación, documentación, investigación y praxis que llevaban a cuestas desde principios de esa misma década de los 70, cuando decidieron implementar un plan de acción contra lo que pensaban era un sistema desproporcionado de industrialización agrícola que en pocos años, habían podido constatar ellos mismos, había diezmado notablemente la biodiversidad inherente de la zona, contaminando suelos y agua y causando la erosión de millones de toneladas de suelos fértiles. Por lo que se embarcaron en la tarea de diseñar un sistema agrario sostenible.

Unos pocos años después vio la luz su primer libro, que a día de hoy, sigue siendo una «biblia» para todos aquéllos que se acercan como iniciados al mundo de la permacultura o la agricultura orgánica y sostenible, «Permaculture One: A Perennial Agriculture for Human Settlements» (with David Holmgren, Trasworld Publishers, 1978). Y eso es lo que pretendían: una agricultura perenne para asentamientos humanos.

David Holmgren en su casa de Mellidora by Jo McLeay

David Holmgren en su casa de Mellidora by Jo McLeay

A partir de ahí, llegaron más libros (desafortunadamente son difíciles de encontrar en castellano y los que hay son ediciones de una calidad horrible, como ésta del libro Introducción a la Permacultura), publicaciones, conferencias y la creación de Instituto de Permacultura. Para dar cobijo a todo el conjunto de material intelectual y didáctico que se venía generando desde el acuñe de la palabra permacultura y su posterior difusión por toda la región, como materia académica dieron lugar a una editorial o, mejor dicho, un movimiento comunicativo encargado y focalizado en la difusión de la permacultura y los modelos sostenibles de vida. «Tagari Publications» fue creada por Mollison con esta misión. «Tagari» es una palabra  aborigen de Tasmania que significa «aquellos de nosotros que nos encontramos aquí» o «nosotros, la muchedumbre». El desarrollo del concepto Permacultura y todo lo que ello conlleva nació aquí. En 80 acres (1 acre= 4046.85m2) de tierras pantanosas en Stanley, Tasmania (Australia). Como apuntábamos, las publicacioes Tagari acabaron desembocando en el Permaculture Institute, donde empezaron a desarrollarse científicamente los métodos de Mollison y Holmgrem y la ética de la Permacultura, extendida posteriormente a lo largo de todo el globo. Desde entonces más de 4000 personas han obtenido algún tipo de certificación en este centro, diseminando la semilla de la permacultura por todo el mundo. El PDC (Permaculture Design Course) un ciclo formativo de 5 módulos estandarizados y que se imparte oficialmente en 52 países.

El desarrollo del concepto Permacultura y todo lo que ello conlleva nació aquí. En 80 acres (1 acre= 4046.85m2) de tierras pantanosas en Stanley, Tasmania (Australia).

Al mismo tiempo que surge la permacultura, se publica «La Revolución de una Brizna de Paja» del japonés Masanobu Fukuoka, donde presenta un método revolucionario de«agricultura natural». La permacultura de Mollison y la agricultura natural de Fukuoka, se complementan y forman parte de una forma radicalmente diferente de interpretar la agricultura, interactuando con los ecosistemas de una forma creativa, inteligente, productiva y respetuosa con la naturaleza. Para Mollisosn, Fukuoka condensa perfectamente la filosofía de la Permacultura en su frase «trabajar para la naturaleza, no contra ella».

El 1 de Marzo de 2007, uno de los divulgadores y permacultores más importantes del mundo, el también australiano Geoff Lawton desvela en su web que la granja Tagari que Bill y su mujer Lisa llevan gestionando desde hacía más de 10 años (148 acres, unas 60 hectáreas) era puesta a la venta. En sólo 10 años, Bill y Lisa cogieron una finca rústica prácticamente yerma utilizada para el arreo y pastoreo y alimentación del ganado con un caserón de 90 años de antigüedad en una granja funcional incluyendo facilidades de todo tipo como 43 estructuras de gestión de agua  (pozos, diques, swales), miles de kilómetros de franjas de drenado, sistemas de bombeo de agua por gravedad y 6 piscinas naturales utilizadas como criadero de peces; un extenso bosques comestible, forraje para animales, abejas, más de 300 mangos y bambú comestible. No nos olvidemos de la casa de 90 años restaurad más otra estructura con 5 dormitorios, un granero hecho con balas de paja y diversos pequeños edificios suplementarios. Es sólo un ejemplo de lo que se puede conseguir implementando los métodos que la Permacultura nos ofrece.

La permacultura de Mollison y la agricultura natural de Fukuoka, se complementan y forman parte de una forma radicalmente diferente de interpretar la agricultura, interactuando con los ecosistemas de una forma creativa, inteligente, productiva y respetuosa con la naturaleza.

Alumnos preparándose para plantar bambú. Sister’s Creek, Tasmania (AU), Australia. by 350.org

Profesor incansable, Bill Mollison ha dado conferencias, charlas y ha publicado artículos en infinidad de revistas especializadas y no tanto en 1989 volvió a sobrecoger al mundo con un documental,  In grave danger of falling food (Peligro de escasez de alimentos), donde Mollison vuelve a poner de manifiesto el colapso al que se enfrenta el mundo en los años venideros siguiendo el patrón de consumo y comportamiento llevado hasta la fecha. No se equivocaba. Según datos de la Fao (El hambre infantil en el mundo Mapa del Hambre OMS – FAO, 2007) 18 años después del estreno del documental se estimaba que 1 persona moría por causa del hambre cada 5 segundos y, mientras tanto, se estaban tirando a la basura 12 toneladas de alimentos AL DÍA.

No fueron pocos los académicos, expertos y escritores especializados los que pusieron el grito en el cielo con la publicación en 1978 del libro “Permacultura 1”, y un año después “Permacultura II”. No obstante en 1981 recibió el premio Right Livelihood Award junto a  Patrick van Rensburg por su dedicación a la difusión de los modelos de vida sostenibles y su aportación a los sitemas de agricultura extensivos orgánicos. Hoy en día, su libro definitivo sobre diseño de permacultura, «Permaculture – A designer’s manual» («Permacultura, un manual para diseñadores»), 1988, sigue siendo un auténtico best-seller y el libro de referencia para todas aquellas personas que día a día, se unen a la maravillosa tarea de crear un mundo más sostenible y habitable a través de espacios gestionado bajo las técnicas, principios y éticas que personas como Fukuoka, Homgren o Bill Mollison nos han donado.