Pasear por una gran capital como París y encontrarse un trocito de tierra cultivada por los vecinos del distrito en ese espacio que ha quedado sin edificar entre los lujosos edificios de estilo hausmaniano no es algo extraño para sus habitantes, pero sí para los extranjeros que no comprendemos este tipo de espacios. El primero que aciertas a encontrar te sorprende y agrada a la par, pero según vas descubriendo más en enclaves diferentes que plagan la ciudad te preguntas cómo surgen y desarrollan estas zonas verdes.

Se llaman “jardín colectivo” (community garden en inglés y jardín partagé en francés) y se describe como un espacio verde público organizado y cuidado por un equipo de amigos o vecinos agrupados en una asociación, que decide convertir una zona residual y olvidada de su barrio en un lugar de encuentro social y cultural.

La idea de agruparse para utilizar las tierras de forma colectiva se remonta a la Edad Media. Históricamente, la población que vivía periodos de guerras y épocas de crisis económicas se apropiaban de terrenos abandonados para  generar  una gestión agraria común y poder subsistir alimentándose de lo que la tierra les daba.

Green Guerrillas

El concepto contemporáneo de este tipo de colectivos tiene su origen en los community gardens de Nueva York a comienzos de los años 70 (1973). El impulsor de esta idea fue la artista neoyorquina Liz Christy y su grupo de amigos, cansados de la decadencia urbana de la ciudad, decidieron actuar de forma muy simbólica: tiraban semillas junto a las vallas de las parcelas libres, conocidas como seed bombing o reforestación aérea, plantaban girasoles en las medianas de los bulevares y ponían macetas con flores en los edificios abandonados.

Tras estas pequeñas actuaciones puntuales, decidieron intervenir a mayor escala: donde había una parcela vacía ellos veían un jardín colectivo. Pronto se les unió gente entusiasta con ganas de colaborar y compartir su sabiduría, consiguieron el apoyo de los comercios vecinos que les donaban plantas y semillas, y así se creó el primer jardín de estas características The Bowery Houston Farm and Garden en Nueva York.

Fundaron el movimiento “The Green guerrillas” bajo la idea de utilizar la jardinería en equipo como medio para reclamar el paisaje urbano, estabilizar los bloques de viviendas y conseguir que la gente trabaje conjuntamente, apoyándose unos en los otros. La asociación rápido se expandió llegando hoy en día a más de 600 zonas verdes como ésta en la ciudad de Nueva York y miles de huertos comunitarios en toda Norteamérica.

Modelo Europeo: París

Este nuevo modelo americano de apropiación y utilización de aquellos espacios condenados al olvido y deterioro con el paso del tiempo, se exportó por diferentes países europeos como Suiza o Alemania, pero especialmente en Francia donde en 1997 se crea el primer jardín partagé en la ciudad de Lille. La expansión urbana había acabado con las pequeñas parcelas privadas de cultivo en sus afueras, ahora colonizadas por bloques de viviendas colectivas y espacios urbanos condenados al abandono y desuso. El ciudadano consciente de ello reclamaba volver recuperar el campo dentro de la ciudad, sin fines individuales, sino como una actividad en sociedad.

El movimiento “The Green guerrillas” bajo la idea de utilizar la jardinería en equipo como medio para reclamar el paisaje urbano, estabilizar los bloques de viviendas y conseguir que la gente trabaje conjuntamente, apoyándose unos en los otros fue el creador del primer jardín colectivo urbano, en 1973 crearon The Bowery Houston Farm and Garden en Nueva York.

En este contexto, la ciudad de París había puesto en marcha un plan para reducir un 25% las emisiones de gases con efecto invernadero generando una estrategia de adaptación al cambio climático que incluía la creación de espacios verdes en tejados y paredes, jardines colectivos, etc. Organizando toda la reglamentación para poderlos llevar a cabo.

El primer paso de un grupo de personas u organizaciones locales que quiere encargarse de crear un jardín colectivo es establecerse como asociación. Podemos tener elegido con anterioridad el lugar a rehabilitar o informarnos de que espacios públicos nos propone el ayuntamiento para revitalizar. Nuestro jardín colectivo puede ser un espacio verde municipal, un terreno privado abandonado, sobre un edificio de viviendas o equipamientos urbanos, etc. Es muy importante recopilar toda la información sobre la parcela a través del Plan General de Ordenación Urbana y el catastro.

El colectivo que dirige el jardín se tiene que comprometer a llevar a cabo una gestión ecológica sin pesticidas ni abonos químicos y preservando la biodiversidad de dicho lugar, abrir el espacio al público al menos dos días por semana, publicar los horarios y actividades que en él se realicen y celebrar por lo menos un acto público por temporada.

Tras organizarnos como asociación y encontrar el lugar adecuado hay contactar con el equipo de Main Verte, que se encargan de la dirección de los espacios verdes y medio ambiente así como el desarrollo de estos proyectos. Es muy importante que nuestra idea se adhiera a la carta de la Main Verte, un programa creado por la villa de París que engloba los jardines colectivos, pedagógicos, de inserción u otros, dónde el único requisito para ser admitido es que sea resultado de un colectivo y sostenible.

Nuestro proyecto se debe formalizar por escrito exponiendo la motivación de la asociación, las actividades que se van a realizar en el jardín (de sensibilización como visitas y presentaciones, de descubrimiento de nuevas técnicas, culturales como representaciones teatrales al aire libre, que promuevan la participación local como el día del jardín, etc.) y el presupuesto. Se puede financiar solicitando una subvención a la junta de distrito, la colaboración de una empresa privada o de la co-propiedad. También existe una red de trueque entre los diferentes jardines colectivos para intercambiar material, semillas, etc.

El colectivo que dirige el jardín se tiene que comprometer a llevar a cabo una gestión ecológica sin pesticidas ni abonos químicos y preservando la biodiversidad de dicho lugar, abrir el espacio al público al menos dos días por semana, publicar los horarios y actividades que en él se realicen y celebrar por lo menos un acto público por temporada.

Es indispensable dar a conocer el nuevo espacio en el barrio, organizando una campaña de comunicación y sensibilización, presentando el proyecto, haciendo debates, cursos de jardinería para niños y adultos, etc. El éxito del proyecto está en integrar a la todo tipo de vecinos y hacer partícipes del lugar a las asociaciones, centros culturales, escuelas y comerciantes del barrio, generando que el jardín sea parte de la identidad de la zona.

Los objetivos de un jardín colectivo se resumen en:

  • Reunir gente de todas las edades, razas y condiciones sociales
  • Realizar una actividad al aire libre
  • Poner al día y compartir nuestros conocimientos y gustos
  • Desarrollar nuestra habilidades como jardineros
  • Recoger frutas y verduras más frescas y ricas que las que podemos encontrar en el supermercado
  • Perdurar la tradición agrícola y contemplar la belleza de la naturaleza en medio de la ciudad.

Si individualmente queremos colaborar en este tipo de proyecto, la ciudad de Paris pone a su disposición un mapa con todos los jardins partagés en su web. Normalmente buscaremos un espacio dentro de nuestro barrio informándonos en la Junta de Distrito o visitando en persona el lugar. Normalmente se pone a disposición del público parcelas de pocos metros cuadrados por un precio de alquiler de 10 a 20 euros al año.

Los jardines colectivos nos ofrecen la posibilidad de caminar a través de la naturaleza en mitad de la ciudad, pero también a reconectar con la jardinería y plantación de hortalizas. Tendremos la posibilidad de compartir consejos y técnicas, perpetuando así la tradición y generando un lugar de intercambio cultural. Además, estos jardines se consideran como espacios de experimentación social, artístico y ambiental, un lugar único donde compartir y conocer experiencias a la vez que recolectamos nuestros propios productos ecológicos.